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Lidiando con los Cierres por el COVID-19: Las Experiencias de Un Estudiante de Primer Año

Para Jayce Mays, un estudiante de primer año de la Georgia Southern University, de cierta manera fue más fácil terminar el año escolar en casa que si hubiera seguido en el campus universitario.

Antes de la pandemia del COVID-19, Mays tenía dos empleos en el campus y además estudiaba un curso completo. Cuando se mudó de regreso a casa, comenzó a trabajar como repartidor de DoorDash, lo que le ofrecía una mayor flexibilidad que sus dos empleos en el campus. También le permitía adaptarse a su horario escolar e incluso le daba tiempo para leer.

Sin embargo, esta situación tenía inconvenientes significativos. Por ejemplo, la transición a la educación a distancia no fue igual en los cinco cursos que estaba tomando Mays. Además, la falta de acceso a los asesores estudiantiles pudiera haber afectado las oportunidades de aprendizaje que él tendrá el próximo año.

Las experiencias de Mays son iguales que aquellas de cientos de miles de estudiantes universitarios de primer año cuya educación fue interrumpida por la crisis del COVID-19. Muchos perdieron su vivienda y su empleo, mientras que las clases se comenzaron a impartir en línea prácticamente de la noche a la mañana.

Mays logró adaptarse y terminar el año, pero esta experiencia demuestra la oportunidad que tienen las universidades y los colegios comunitarios de mejorar la educación a distancia en tiempos de crisis y más allá.

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Una experiencia de aprendizaje desigual

Durante las vacaciones de primavera, Mays recibió la noticia de que la Georgia Southern University cerraría el campus universitario durante el resto del año debido al COVID-19. Mays, quien planea especializarse en cine y producción multimedia, acudió a la universidad junto con su madre para retirar sus pertenencias del dormitorio.

El se instaló en su hogar para terminar el año escolar de manera virtual, pero fue todo un desafío cambiar sus hábitos de estudio para realizar las tareas escolares desde su casa.

“En mi casa hay un ambiente relajado y sereno”, menciona Mays. “Pero con mis estudios, tengo que aplicarme más cuando estoy en casa. Esa fue una transición difícil para mí”. Para ayudar a motivarse, Mays empezó a trabajar en la habitación que su madre había preparado como su oficina de trabajo remoto.

Como estudiante de primer año, Mays tomaba principalmente clases introductorias de inglés, geografía, historia y geología. En cada una de esas clases, los profesores utilizaron diferentes enfoques para impartir las clases en línea.

El profesor de la clase de geología se grabó frente a un pizarrón en un aula vacía y compartió diapositivas con sus estudiantes en tiempo real como si estuviese impartiendo una clase normal. Otro profesor envió diapositivas a sus estudiantes junto con una narración grabada. Mays consideró que estos métodos fueron eficaces, ya que los profesores continuaron enseñando como si los estudiantes realmente estuvieran presentes.

En una tercera clase, el profesor envío enlaces a videos en línea, les solicitó a los estudiantes que respondieran a algunas preguntas sobre los videos y les pidió que le enviaran un email si tenían algún problema.

“Seguí aprendiendo en mi clase de geología porque el maestro continuó enseñando la materia”, menciona Mays. “Pero en mis otras clases, solamente nos daban el material y nosotros teníamos que aprender por nuestra cuenta. ¿Para qué ir a la escuela si yo mismo podría aprender con unos videos en YouTube? La mayoría de los estudiantes no van a enviar un email al profesor para pedirle que enseñe lo que se supone debería estar enseñando”.

Oportunidades perdidas para recibir un apoyo adicional

Como parte de su especialización en cine y producción multimedia, Mays esperaba participar en un nuevo programa de cine que ofrecería su universidad el próximo año. Pero el campus cerró sus puertas unos días antes de su reunión con el asesor académico, quien le iba a proporcionar más información acerca del programa.

El caos de los estudiantes — y sus asesores — tratando de adaptarse y trabajar desde sus casas impidió que se llevara a cabo esa reunión. La comunicación por email era menos conveniente que hablar en persona con un asesor y los servicios de apoyo sufrieron interrupciones.

“Algunos asesores no respondían a los emails a tiempo porque tenían que atender a sus hijos o encargarse de sus asuntos personales”, relata Mays. “Estaban menos disponibles de lo que normalmente estarían en el campus”.

Cuando Mays regrese a la Georgia Southern University en el otoño, él planea tomar las clases normales de cine y teatro requeridas para su especialización y luego quiere obtener información acerca del nuevo programa de cine para el siguiente año.

Una perspectiva positiva para el futuro

Además de la escuela y el trabajo, Mays ha salido a correr y a caminar por su vecindario para no sentirse muy encerrado. ¿Qué recomienda a otros estudiantes en esta misma situación? “Manténganse activos y no se estresen”, opina Mays.

Mays no planea dejar que esta interrupción de su primer año de estudios se interponga en su educación. El se siente optimista de que el campus universitario volverá a abrir en el otoño y planea vivir en un apartamento fuera del campus cuando regrese para su segundo año.

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